La longevidad que se hereda

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Estudios previos indicaban que los ancianos judíos askenazíes, tenían un índice de masa corporal más reducido que la media y niveles más alto del llamado “colesterol bueno” (HDL). Y que, por lo tanto, sufrían menos enfermedades vinculadas al envejecimiento, como cardiopatías y diabetes. La nueva investigación revela que estos individuos esconden, además, otro secreto para la eterna juventud: unos niveles más altos de telomerasa, la enzima encargada de reparar los extremos de los cromosomas (telómeros), impidiendo que se acorten y prolongando así la vida de las células. Y que este rasgo es “altamente heredable”.

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